Marino Hernández nos plantea un recorrido sobre todo lo que hay que ver en Trastévere, el barrio más auténtico de Roma
Roma es un caos. Con la llegada de los populistas a la Alcaldía de la ciudad más bonita que conozco sus calles están más sucias, más descuidadas, más tristes; sin embargo más allá del río el ambiente sigue siendo el mismo, la auténtica gloria. Trastévere es el barrio que todo turista no debe perderse en la capital italiana. Gastronomía, diversión y paz para todos los bolsillos a un cuarto de hora a pie del Vaticano, de la plaza Navona o del Foro Romano (ver el post sobre el Coliseo y Foro Romano con el Palatino). Un lujo.
La primera vez que visité Roma me recomendaron ir a Trastévere de noche, pero créanme si les digo que después de visitarlo a todas horas he llegado a la conclusión de que no es necesario ir a oscuras para disfrutarlo. Al otro lado del río Tíber no hay metro, ni falta que hace. La mejor manera de acceder desde el centro turístico de la capital es andando, cruzando el Ponte Sisto, que ofrece unas imágenes inolvidables de la Cúpula del Vaticano. El Ponte Sisto separa dos de las zonas más visitadas de Roma el Foro Romano con el imponente Coliseo y el Campo de Fiori, el mercado más sobrevalorado y caro de la ciudad.
Para quienes anden ya cansados y no quieran patear más la ciudad el medio de locomoción más cómodo para llegar a Trastévere es el tranvía. Actualmente hay dos líneas que llegan al barrio, la 3, utilizada mayoritariamente por turistas y la 8 que es la que frecuenta el romano autóctono. La otra opción es el autobús, que aunque es poco recomendable por el caos circulatorio, es una buena opción si tu alojamiento se encuentra en las zonas de Termini o República, ya que la línea H tiene una parada en el Palacio de Exposiciones. El billete, tanto para tranvía como para bus, cuesta 1,30 euros y te permite utilizarlo durante 100 minutos. No olvidéis picarlo, porque si os pillan en un control las multas por ello en Roma las pone el guardia al estilo italiano; es decir, de manera subjetiva y oscilan entre los 40 y los 120 euros.
Una vez en Trastévere es hora de disfrutar. Calles estrechas, serpenteadas, adoquinadas y bohemias. Una luz especial, un paseo inolvidable entre muros eternos en la que el turista se mezcla con el romano y en la que el bullicio de la ciudad se convierte en calma en una de sus numerosas terrazas y restaurantes. Como os decía, si vuestra visita a Roma (ver el post para visitar Roma en tres días) os lo permite no escatiméis en tiempo para Trastévere, llegad a mediodía y quedaos hasta la hora de dormir, cuerpo y mente lo agradecerán.
Comer en Trastévere
Los mejores restaurantes para paladear la auténtica comida romana están en este barrio. Para mí ya es religión cada vez que visito esta maravilla de ciudad es ir a comer a Alle Fratte di Trastevere en el número 49 de la vía que lleva este mismo nombre. Allí os recibirá Felice, un napolitano que hace casi medio siglo llegó a Roma para buscarse la vida. Como dice su dueño, esta trattoria es especial por que quien cocina es la propia mujer de Felice. “Lleva 50 años cocinando igual de bien”, me dijo Felice en la última visita, a finales de noviembre de 2016. No sé cómo guisaría esta señora entonces, pero ahora es un escándalo. Él mismo me dijo que en su restaurante lo mejor es comer pasta y carne, porque las pizzas auténticas se toman en las pizzerías de calle y no en los restaurantes. En esta última ocasión mi mujer y yo elegimos unos entrantes típicos a base de pan tostado y patés y un plato de pasta cada uno. Mi elección fueron unos rigatoni a la carbonara y mi esposa se decantó por pedirlos con salsa amatriciana. Lógicamente probé ambas y no sabría deciros cuál estaba mejor. Nota altísima para ambas. Raciones normales, no nos quedamos con hambre. Compartimos como postre una generosa tarta de pistacho y no tomamos vino, de ahí que la cuenta apenas fuera de 28 euros. Lugar barato, bueno y bonito, porque nos sentamos en la terraza al lado de una estufa y se estaba de maravilla. Al acabar la comida, y tras una charla con Felice en la que me contó que el secreto de la carbonara reside en echar un huevo fresco por persona a la salsa, el dueño nos sacó una copa de limoncello casero. Una delicia.
Mi predilección por este local reside además de su comida en el trato del dueño, que te hace sentir como en casa sin llegar a ser pesado. Pero qué duda cabe de que en Trastévere se come bien en muchos restaurantes. Rugantino, Cacio e Pepe Osteria y la trattoria Da Augusto (no confundir con trattoria Da Augustea) son otras opciones buenas para comer a precio económico gastronomía romana. También barato, frecuentado por los más jóvenes, es el conocido Carlo Menta, especialista en pizzas en pleno corazón del Trastévere, donde las raciones son más abundantes y la calidad, en mi modesta opinión, algo peor. Cualquiera de estos sitios es una buena elección para comer o cenar.
Tras un paseo para bajar la comida por las bellas plazas de Trastévere una opción interesante es comer un helado en la Gelateria del Viale, al lado del río, el de panna cotta está de escándalo. Tres euros la delicia.
Arte, cultura y patrimonio
Pero Trastévere no es solo un buen sitio para comer y relajarse del ajetreo de Roma. Los amantes del arte, la cultura y el patrimonio deben dedicarle un par de horas a pasar por los principales lugares del barrio. En la plaza de Santa María in Trastévere –la principal del barrio- se levanta la basílica que lleva ese mismo nombre y que es una auténtica joya, ya que se asienta sobre una basílica paleocristiana del siglo II conservándose gran parte de los mosaicos. Aunque no estéis muy puestos en arte os llamará la atención la iconografía, así como las columnas de la nave central, que formaron parte de las Termas de Caracalla. La entrada es gratuita y cierra muy tarde. Otras iglesias son las de Santa Cecilia y San Pietro in Montorio, que a pesar de llevar un apellido parecido al del ministro, no cobra su entrada.
Y en un día en Trastévere no puede faltar una visita a la Villa Farnesina, un palacio con sus correspondientes jardines en la que destacan los conocidos frescos del pintor Rafael. En este caso la entrada vale seis euros, pero ojo, que solo abre hasta el mediodía.
Podría contaros mil detalles de este barrio hasta aburriros, pero por mucho que os diga nada es comparable a que os paséis por allí y comáis una buena pasta, toméis un helado, deis un agradable paseo u os embriaguéis también a base de esa especie de vermut italiano del norte que se llama Spritz.
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